lunes, 26 de mayo de 2014

Una carta

Estimada:
Espero que te encuentres bien. Dios solo sabe por lo que estás pasando. Que él guarde tus pensamientos. Quiero que sepas que eres una persona única. Todos somos únicos y hay que valorarlo. Eres un ser humano especial. Eres una mujer fuerte y si deseas algo con todo el corazón, te aseguro que lo lograrás.
Te digo, también, que no tienes nada de malo. Que nadie te va a juzgar por tus decisiones. Nadie tendría que hacerlo si es que son puras y vienen del corazón. Y tú lo sabes. Solo Dios y tú pueden juzgarte. Y si alguna persona lo hace, pues es su problema no el tuyo.
No te voy a decir que la vida es fácil. La vida es difícil, es casi un martirio. La felicidad consiste en sortear esa condena. Y sé que eres capaz de ver lo bueno en todo momento. La vida está llena de retos que son para ti. La vida consiste en buscar y crear oportunidades para aprovecharlas. Así de dura es.
No es malo tener miedo. Eres un ser humano de carne y hueso y tienes sentimientos. No permitas que el miedo te guíe. Ensaya siempre. Cambia tu forma de pensar. Trata y trata varias veces. No te rindas. Sé perseverante. La única forma de vencer el miedo es enfrentándolo. No te sientas mal si es que fallas. Las caídas valen la pena en la medida que te levantes.
Cuida tus pensamientos. Analízalos. Escríbelos. Piensa en positivo. Acéptate cómo eres. Y si quieres cambiar algo en ti, trabaja en ello para bien. Sé tú misma.
Confía en las personas. Hay personas buenas. Las personas son una caja de sorpresas. No seas sombra, se luz. No eres más ni menos que alguien. Sé humilde y agradecido. Acepta a las personas como son. No trates de cambiarlas, no reniegues de su forma de ser. Escucha a los demás. Ábrete con las personas. Sé honesta.

Sé paciente y no desesperes. No pierdas la esperanza. Las cosas llegan a tiempo, no las fuerces mientras te esfuerzas.

jueves, 15 de mayo de 2014

El Pedro que te recomiendo conocer: Algo sobre el libro “Yo, Pedro"

"Yo, Pedro" (2013)
Siempre estuve postergando leer el libro de Pedro Suárez Vértiz, hasta que por fin lo hice. Fue una deuda que saldé. La primera impresión que tuve sobre el libro era que leería su versión acerca de su enfermedad. Creí que todo el libro era sobre ello. Sin embargo, al leer las primeras páginas me di cuenta que el libro era un producto de relatos cortos, pensamientos, reflexiones, una especie de compendio que no tenía un tema único. Pensé en seleccionar los temas que me interesaran y leerlo en desorden.


Leía y leía del modo tradicional, como buscándole un hilo a la historia, pero fue en vano. Este libro es un popurrí de ideas desarrolladas. Es como una conversación de varios días con alguien. Una conversación en dónde el lector es un buen oyente. Nunca había leído un libro así. Me gustó. 


Pedro Suárez Vertiz tiene muchas cosas interesantes que decir. Es una persona que ha evolucionado mucho con el paso de los años, como músico y como ser humano. Eso se nota en su forma de escribir y en lo que quiere transmitir. Es un ser humano muy sensible. Un tanto loco, pero responsable, como él dice. Es un enamorado eterno, un indagador del tema hombres y mujeres. Es un aprendiz constante de temas espirituales. Es un bello ser humano.

Rescato sus conversación con Hernando de Soto. Ese relato me cae perfecto en estos momentos. También rescato sus reflexiones sobre las parejas y las mujeres, y sobretodo su filosofía de vida, en la cual se apoyó para sobrellevar su enfermedad. 

Si bien Pedro S. Vértiz no es mi cantante favorito, nunca me ha disgustado. Recuerdo que siempre he escuchado sus canciones sin rechistar, sobretodo prestándole especial atención a sus letras. Después de leer su libro es inevitable no prestarle más atención a su música. Los libros transmiten un mensaje. Cada quién lo asimila de acuerdo a sus necesidades.

domingo, 11 de mayo de 2014

Gracias




Una bella flor para otra bella flor. 
Un día soleado para los días lluviosos.
Una sonrisa para los días iracundos.
Una esperanza para el miedo.
Un pensamiento como estilo de vida.

Un agradecimiento para tanta dedicación.
Un millón de besos antes de salir.
Buenos días para recordar que la felicidad solo son momentos y no una meta. Es un estado mental.



miércoles, 7 de mayo de 2014

I Like Privacity

En estos días existen personas que no pueden vivir sin entrar al menos una vez al Facebook. Hace 4 años, cuando redactaba las cuasi-últimas palabras de la primer etapa de este blog, Facebook aún no era popular. Era la época, ya en caída, del Hi5. Y del messenger. 

En el 2010 creé mi cuenta de Facebook. Las invitaciones y las sugerencias llegaban solitas, como casi de la nada. Era una plataforma nueva, que se actualizaba a cada minuto, donde podías encontrar a personas que no veías de años. Tuvo una buena acogida. Lo bueno era que podía estar más en contacto con las personas que veía y no, también. Parecía una buena alternativa. La verdad no he sido muy asidua, sino hasta el 2012, cuando todos hablaban del famoso Face. 

Las charlas matutinas en el trabajo giraban en torno a: tengo sueño, porque ayer me la pase chateando en Facebook. Bueno, cosa de cada uno.

También he tenido mis tiempo de ocio en el Facebook. He sido parte de eso de publicar cada cosa que me pasa y compartir cualquier contenido que me llame la atención. Sin embargo, he estado sintiendo una sensación muy extraña frente al Facebook, al punto que he siento que lo aborresco jajaja.

La idea de compartir contenidos en exceso, de los cuales en su mayoría no son relevantes. Es el lugar perfecto para las indirectas, para hacernos la ilusión de haber tenido un gran día, para restregar en la cara lo feliz que estamos....

Cada quien sabe que hace con su vida. Tal vez sea mejor usar racionalmente y no tanto emocionalmente el Facebook. Hay que aprender a respetar nuestras intimidades y si no sabían: existe un botón que se llama "dejar de seguir" en caso sean bombardeados por las constantes actualizaciones que no necesariamente queremos saber acerca de alguien.  Sin riesgo a eliminar a un amigo.

Paz

viernes, 2 de mayo de 2014

Por donde crecí

Salí temprano a recorrer las calles aledañas a mi casa. Temprano es la mejor hora. Es fresco. Volteo la esquina y paso por la casa de la tía que hace unos años estaba gordita, y ahora está regia, casi irreconocible. Cruzo la pista y veo nuevamente esa pita, cual cordel puesto en medio del pasto. En vez de ropa tiene bolsas de distintos colores, que casi ni se notan por el paso del tiempo y la intensidad del sol.

Veo al mismo perro negro durmiendo en la puerta de una casa. Veo los grafitis. Los leo, algunos dicen Zona tal, Viva esto, por ahí un acrónimo o un seudónimo. Mi favorito es el que está por el parque donde solía desfilar en tiempos de colegio. Ese grafiti es la voz, digno de estar en una pared.

Sigo caminando y veo mi colegio de primaria. Ahora su fachada está pintada de azul y amarillo, ambos colores en tonos muy chillones. Miro el parque de enfrente y se me vienen a la mente recuerdos de niñez. El día que se construyó  se convirtió en nuestro lugar de juegos. Corríamos, nos escondíamos, gritábamos, vivíamos.

Unos pasos más allá está la librería donde solía comprar las láminas para las tareas del colegio.
“Buenas Tardes Señor, ¿Tendrá alguna lámina de la Cultura Chavín?”
El señor buscaba en su fólder de láminas. Tenía varios, cada uno de un tema específico. Sacaba el fólder de las láminas de Historia, buscaba la parte dónde estaban las culturas Pre Inca y entre ellas encontraba varias versiones de la lámina de la Cultura Chavín. Algunas tenían la cara de Julio C. Tello, una imagen del Lanzón y otra del Templo Chavín; otras tenían un mapa de ubicación, una imagen de las cabezas clavas e imágenes de arquitectura. Me tomaba mi tiempo al escoger. El señor, con toda la paciencia del mundo, esperaba.

A veces esa librería no abría. Y tenía que caminar muchas cuadras para buscar otra. Fue así como me familiarice con las calles más lejanas. Miraba las casas, sus fachadas, sus lunas, sus escaleras, sus techos, algunos no tenían, otros sí. Unas eran de un piso, otras de 4 o hasta 5 ¿Qué sería vivir en una casa diferente cada día? Quería estar dentro y ver todo.

Seguí con el recorrido y vi el parque donde me gustaba sentarme a leer. Los asientos siguen igual de chicos. Las mesitas siguen con esos cuadraditos que invitan a jugar damas o ajedrez. Los perros ya no están, ahora hay otros. La tienda donde alquilaban videos ya no está. Ahora es una reja cerrada. El dueño no pintó bien la fachada porque aún se distinguen las letras que dicen: videos de estreno.

Camino un poco más y está el canchón. Ese pampón donde veo a gente corriendo alrededor. Algunos con sus perros, otros con sus audífonos en los oídos. No ha cambiado mucho.
Suena un timbre. Es el timbre del colegio. Es mi antiguo colegio de secundaria. Los alumnos entran, se cierran las puertas, en el último segundo entra un chico y la puerta se cierra cual calabozo. 

La avenida comienza a congestionarse, los conductores tocan sus claxon, hay gente que corre, las corbatas y los tacos van de un lado a otro. Las cosas vuelven a la normalidad. 

 

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