domingo, 20 de julio de 2014

Bendito Puré


Recuerdo la primera vez que cociné de verdad. Esa vez en donde no me ayudaron a hacer el aderezo ni me dejaron una lista para hacer las compras, sino la vez en la que estaba realmente sola con las ollas, fue cuando decidí hacer un puré de papas.
El puré estaba saliendo chévere, hasta que en esas decidí no agarrar el cucharón o cuchara para echar la sal,  agarré el pote de sal y lo vertí sobre el puré, según yo calculando la cantidad. El resultado: la sal se escurrió del pote y en vez de salir un poquitín, salió un montonón. Metí el dedo en el puré y la cosa tenía sabor a sal, casi no se sentía el sabor a puré. Era sal pura.  ¿Qué hago? ¿Más papa? ¿Más leche? Más agua pues sonsa!!!
Creo que aumenté un litro de agua a ese bendito puré, además de medio tarro de leche y un par de papas sancochadas y aplastadas, y ni así el sabor a salado bajaba....y el puré ya no era puré, era jugo de papa.....qué desastre. Ya fue pues.
Me quedé dormida por un rato, me levanté y lavé los platos, limpié la cocina, y me dio hambre. Abrí la olla y oh sorpresa el puré volvió a ser puré, metí el dedo y el sabor a salado se había balanceado. Bendito puré. Bendita cocina. 

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