domingo, 12 de octubre de 2014

Costumbre, Novedad y Cambios

Recuperé este escrito de un blog de wordpress del 2009 que ya no existe. Algo  de mis épocas de la universidad:

Vengo desde un ambiente que no había estado claro. En este nuevo mundo me siento más desorientada. Pasar de lo cotidiano a lo nuevo suele costar, en un principio. No obstante, ya lo creo, me acostumbraré.
Es curioso cómo la gente suele acostumbrarse a muchas cosas. Recuerdo que mi  ex  me decía: “ya estarás acostumbrada a viajar todos los días en buses a las 11 de la noche";  y mi madre, para rematar el tema: "que vas a hacer hijita así es...sólo queda acostumbrarte, o sino trabaja para que  te compres tu carrito”. A veces esa idea de acostumbrarse nos hace quedarnos aplastados en una situación que muchas veces desearíamos cambiar. Parte de acostumbrarnos a algo también pasa por percibir la novedad. Todo ello depende...depende de a lo que nos estemos enfrentando.

Muchas veces la novedad puede desembocar en aspectos negativos o positivos. Es interesante ver, en la Historia, el cambio del pensamiento barroco de los Siglos XVI y XVII,  a la formación del pensamiento moderno o liberal del Siglo XVIII... El siglo de las Luces, como se le conoció en Inglaterra. ¿Y esto que tiene que ver con aquello? Ah, me olvide mencionar que soy una "Historiadora en Proceso" como dijo alguna vez el profesor P. en nuestra clase de Introducción a la Historia.

No hace poco que comencé a revivir mi antiguo entusiasmo del por qué había decidido estudiar Historia cuando mi mamá me preguntó si me gustaba mi carrera. En ese momento le respondí con un tajante e increíble SÍ, porque me hace pensar. Al poco rato seguí pensando en ello. Luego de varias horas, en otra conversación con ella, estuvimos hablando acerca de la sociedad colonial limeña del siglo XVIII. En ese momento recordé todas las clases de la profesora V. y me pregunté también por qué en esos momentos todo me quedaba claro...por qué mientras los demás comentaban o preguntaban cosas que no se me habían ocurrido, yo parecía ser la que mejor enterada estaba. ¿Dónde se había metido mi curiosidad infantil entonces? ¡Qué grandiosa fue la sociedad colonial!...Qué larga es la historia, decía mi mamá con un tonito agobiante e interesado.

A lo que iba con el tema de acostumbrarse de algún modo se relaciona con lo que he estado viendo en algunos textos que me dejaron leer en los cursos de Historia de Perú III (Siglo XVIII) e Historia Universal IV (Edad Moderna). Por un lado el artículo del historiador Juan Carlos Estenssoro, La Plebe Ilustrada: El pueblo en las fronteras de la razón, donde desarrolla una idea interesante acerca de que si bien es cierto el discurso ilustrado afirmaba que en una sociedad moderna todos "poseían" razón y que ella los hacía aptos para tener posibilidades dentro de la sociedad (lo cual implicaba el ascenso social), en la práctica no fue así, al menos en la sociedad urbana limeña del XVII. El pueblo, la plebe (como se referían los ilustrados) se convirtió en el límite de la razón. Sin embargo, y gracias a la complejidad de la naturaleza de los miembros de la plebe (considerando que Lima era una sociedad interétnica, donde confluyeron las tres grandes razas y las castas que derivaron de ellas; y justamente esto hacía,  de alguna manera, que las leyes y órdenes tuvieran una posición errática) el pensamiento moderno supo ser aprovechado por ellos, de modo que lograron construirse una identidad nueva y llegando hasta a cuestionar lo que se quería implantar desde el plano institucional acerca de lo que era la nueva forma de pensar.  Las reformas borbónicas fueron un proyecto integrador impuestas desde el plano real. Acostumbrarse tiene que ver aquí con este sentido de percibir la novedad del XVIII, en el plano cultural. Estenssoro nos explica cómo la moda en las nuevas vestimentas, los bailes, las representaciones  teatrales, van a ser asumidas por los miembros de la plebe aunque en un ambiente de plenas tensiones por parte de las autoridades de querer relegarle esos espacios. Definitivamente aunque muchos de ellos no eran asiduos lectores de las ideas de Rousseau o Voltaire, las modas en el ámbito de las nuevas costumbres y prácticas (francesas por excelencia) llegaron a insertarse en el imaginario de la plebe.
Otro caso es lo que pasaba con las religiosas en Europa. Leyendo una separata, para el Megaexamen del Profesor M., y cuyo autor es Mario Rosas (me gustaría saber de qué libro lo escaneó):

"Sentía tal ardor que ni siquiera de noche podía hallar reposo… Me iba al huerto por la noche, cuando la nieve estaba muy alta, y me quedaba un buen rato entre ella para padecer: pero ¿qué? Un padecer invitaba a padecer más."

Estas son las palabras de Santa Verónica Giuliani, monja capuchina desde 1676 en el monasterio de Città di Castello, quien sufría de un ansia inagotable de penitencias cada vez más duras. Sin embargo en los últimos años de su vida estas penitencias cambiarían de dirección, es decir, tendrían un sentido dramático por la preocupación acerca de lo que pasaba afuera, por así decirlo. El autor nos menciona que este cambio del modelo de una monja orientada en la idea  de ser una mujer enclaustrada y por tanto estar bajo control masculino eclesiástico hacia la imagen del Siglo XVIII de ser santa y humilde estuvo bajo los valores "político - religiosos" propuestos por la Iglesia, la cual estaba frente a un proceso de secularización de la sociedad y en medio de un trauma revolucionario.


Los procesos en la historia nos muestran mucho. Nos enseñan. De eso se trata últimamente. IT'S NEVER LATE.

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